"No estoy aceptando las cosas que no puedo cambiar, estoy cambiando las cosas que no puedo aceptar.” Angela Davis
Han pasado más de dos siglos desde que el mundo vio gestarse la revolución tecnológica, que crece infinitamente y da aliento de un progreso inobjetable. Quien esté leyendo esto, seguramente, tiene acceso a la hiperconexión que ofrece la red y cuenta con un celular en mano. El optimismo del progreso se diluye cuando se sale de la espiral de la inteligencia artificial y se coloca en el plano de los Derechos de las Mujeres. Tardíamente han sido puestos a consideración en tratados internacionales y, aunque parezca increíble, hay estados que ni siquiera los han considerado por supercherías y mitos[1].
La supremacía de la masculinidad aterra, somete, destruye, tiene un eco impresionante; no ha frenado y sigue su curso hasta en las mejores familias y en países desarrollados del estilo de Francia, Suiza. Las demandas de erradicar la violencia de género han congregado en la Ciudad de las Luces el sábado pasado a alrededor de 49,000 almas, cuyas voces no quieren nunca más sangre de tono femenino. Los vistosos e imponentes Alpes suizos se ven opacados por los porcentajes de violencia doméstica de la Oficina Federal de Estadística (Bureau féderal de l’egalité entre hommes est femmes), en cuyo saldo salen perdiendo las mujeres y da escalofríos mencionar las cifras.
Se complica el entramado violento contra las mujeres en los países menos favorecidos, carentes de una economía sólida, con una inseguridad que lacera fuertemente a la ciudadanía. América Latina ha sido una de las regiones menos amigables con las mujeres (embarazo adolescente como problema de salud pública) y ha sido calificada por la ONU en el 2017 como la más violenta contra éstas. Con el nacionalismo que caracteriza a los mexicanos, se quisiera sólo mencionar las mil maravillas de la patria, pero no puede ser así, en caso de visibilizar una problemática no resuelta, ignorada: la creciente violencia contra las mujeres.
Quienes no tienen las gafas moradas y, menos perspectiva de género, han dicho: “los hombres son violentados, basta de hacer la causa exclusiva de las mujeres, todos sufren”. Están en un letargo, son insensibles e ignoran: la violencia no ha sido en la misma proporción para hombres y para mujeres. La vulnerabilidad ha acompañado a las mujeres desde el nacimiento de la historia:
Con el arribo del capitalismo, quienes han servido como parte del engranaje que lo sostiene han sido las mujeres, las del trabajo invisibilizado del hogar [2] y del afectivo.
Los Derechos del Hombre y el Ciudadano de 1789 no contemplan a las mujeres, son para los varones blancos y burgueses.
Las mujeres con voz y voto data apenas de finales del siglo XIX en Estados Unidos.
Las guerras mundiales y conflictos armados han sido orquestados por hombres como los principales artífices; el saldo de daños colaterales ha sido pagado por las mujeres. La violación como arma de guerra contra éstas fue condenada por primera vez hace poco más de diez años por Naciones Unidas.
Uno de los negocios más lucrativos, a la par del narcotráfico, ha sido la trata de mujeres con fines de explotación sexual.
No son enfermos quienes cometen violaciones, sino hijos sanos del patriarcado, retomando a Segato. La pornografía nutre, perpetua la saña contra las mujeres. Ha habido no pocas denuncias en contra de Pornohub, por beneficiarse de mostrar videos de menores de edad, catalogadas como desaparecidas y de ser uno de los más fuertes aliados de la pornovenganza[3]
Ser migrante y ser mujer es letal, hay más probabilidades de no llegar ni a la mitad de la conquista del sueño americano.
Nacer mujer en ciertas regiones ha sido una maldición para las familias. Resuena India o China.
La calendarización de fechas para celebrar y conmemorar va aumentando por presumir cantidad y no calidad. Algunas de éstas caen en el absurdo: Día del Amante, Día los calcetines perdidos, Día de la pereza, entre otras. En medio del bullicio de tanta banalidad para conmemorar surge el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. No es un capricho ni una oda a las mujeres por estar libres de pecado, ser santas, es un recordatorio de la crueldad con que se les sigue tratando por el hecho de serlo. ¡Urgente la construcción de masculina des no opresoras!
El 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer no es un capricho ni una oda a las mujeres por estar libres de pecado, ser santas, es un recordatorio de la crueldad con que se les sigue tratando por el hecho de serlo
[1] Durante siglos se consideró que las mujeres ni siquiera tenían alma y eran del mismo rango que las bestias . El Concilio de Éfeso en el año 431 se aprobó la posesión del alma por parte de las mujeres.
[2] Silvia Federici, pensadora italiana, sostiene que Marx, en el análisis de la explotación capitalista, olvidó la explotación que sufren las mujeres.
[3] Sin el consentimiento de las mujeres están sus videos en la red y es una mafia la beneficiaria. Debe ser motivo de avergonzarse hasta las entrañas ser mujer y haber tenido relaciones sexuales. La sexualidad y el consentimiento ha sido uno de los temas más destacados de la intelectual francesa Geneviéve Fraisse.
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