Sin oposición no hay democracia
- Gina Quintero
- 22 abr 2019
- 3 Min. de lectura
Después de que se dieron a conocer los resultados de la jornada electoral presidencial de 2018, se apreciaba un panorama político en donde los ciudadanos que no votaron por el gobierno entrante esperaban que los grupos parlamentarios en su momento dominantes, PAN y PRI, fuese una oposición clara y conveniente para la opinión pública desde el Congreso de la Unión, independientemente de la mayoría legislativa lograda por Morena.
El PRI volvería a ser oposición, con la posible alianza del PAN en algunos temas legislativos. y aunque su posición se mostraba dócil se esperaba que fuese contundente a la hora de discutir las iniciativas de ley presentadas por los partidarios de Morena.
PRI y PAN no serían un contrapeso sólido, pero se esperaba que a través de la experiencia y estrategia política hicieran "ruido" o tuvieran impacto a través de los medios de comunicación a la hora del debate parlamentario, en la que argumentaran su posición para atraer las críticas ciudadanas en contra de la postura del grupo parlamentario de Morena. Sin embargo, poco más de los 100 días de gobierno podemos apreciar a una oposición frágil, fracturada y dividida en cuanto a la acción legislativa.
El papel de la oposición no costa simplemente de votar en contra de todo lo que proponga el nuevo grupo político dominante. En ese contexto, recordamos a Norberto Bobbio quien menciona que:
"...el propósito de que haya oposición consiste en que ninguna parte tomase la supremacía sobre los demás, una oposición en vinculación con la ciudadanía para exigir a quien esté en el gobierno"...

De esa forma, el papel de la oposición consiste en organizarse para elevar sus propuestas y ser el factor controlador ante las decisiones del nuevo gobierno. Su rol como oposición es dar estabilidad al sistema política a fin de garantizar su legitimidad a través del equilibrio de poderes y suministro de beneficios a favor de la ciudadanía. De la misma forma, deben exigir que los gobernantes rindan cuentas claras y transparentes.
Lamentablemente, se denota que la oposición política no está cumplimiento con dicho papel, porque permiten que tanto en el Poder Ejecutivo como en el Poder Legislativo se imponga Morena en la toma de decisiones; claro ejemplo es que en algunas ocasiones se quedan “mudos”, es el caso cuando se aprobó el presupuesto de egresos, su forma de actuar fue irresponsable al no asistir a la votación correspondiente, permitiendo que Morena ganara.
El trabajo de la oposición debería ser la de disentir hasta la última instancia en beneficio de la sociedad y no permitir que el poder en la toma de decisiones se concentre en una sola persona y en un solo partido.
El PRI y el PAN deben dejar en claro cuál será su papel y definir si realmente serán oposición o si van a actuar bajo su propia conveniencia con tal de no salir perjudicados en las elecciones intermedias o si realmente van a enfocarse en los intereses de la ciudadanía.
Hoy se necesita una oposición firma, crítica, clara en su rol y su papel de ser visible ante diferentes ideológicas y remarcar las demandas del pueblo convirtiéndose en el verdadero contrapeso. No se puede perder la fuerza de la oposición, ya que sin ella no hay democracia y solo caeríamos en la “omnipotencia de la mayoría”. La democracia requiere de fuerza, pluralismo y reconocimiento por parte del sistema.
Los partidos políticos de oposición se enfrentan al desafío de recobrar su fuerza y credibilidad a través de la defensa de la democracia constitucional para evitar que México vista de un solo color. La debe oposición debe defender nuestra democracia fortaleciéndola desde las Cámaras.

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Autora: Daniela Medugorie Castell
Estudiante de Ciencias Políticas y Administración Pública en la UNAM. Interés en técnica legislativa y derecho electoral. Promotora de educación para todos.
Twitter: @DanielaMCastell
Facebook: Daniela Medugorie Castell
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